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Archive for mayo 2015

Cuenta Esopo, el genial fabulista de la antigüedad, que una liebre era ferozmente perseguida por un águila. Al ver que no podía eludir la gran agilidad del ave, la liebre le pidió a su amigo el escarabajo que la salvara. El escarabajo se dirigió al águila y le suplicó que perdonara la vida de su amiga. Pero el águila, mirando la insignificancia del escarabajo, devoró a la liebre delante del insecto. Desde entonces el escarabajo prometió vengar la muerte del lagomorfo y vivía acechando los lugares donde el águila ponía sus huevos y, cuando los encontraba, los tiraba y los rompía. Al darse cuenta de lo que hada el escarabajo, el águila recurrió a Júpiter, el dios printipal de la mitología romana, y le suplicó que le consiguiera un lugar seguro donde ella pudiera depositar los huevos.

Júpiter le dijo que con toda confianza podía colocarlos en su regazo, puesto que allí estarían muy seguros. Cuando el ave puso los huevos allí, el escarabajo hizo una bola de estiércol y la tiró sobre el regazo de Júpiter, «el cual queriendo arrojar de sí aquella basura, sacudió el manto, dejando caer también los huevos del águila».

¿Para qué orar y pedir la ayuda de un dios tan distraído como Júpiter? ¿Será posible confiarle nuestras más anhelantes súplicas a un dios así? Si el padre de los dioses no pudo proteger aquellos huevos, ¿podrá proteger a los seres humanos? Con razón no resulta una sorpresa que la oración haya sido objeto de burlas en el mundo grecorromano, y el tema de varias comedias griegas.

Séneca, el filósofo, político y orador romano contemporáneo a Lucas, saca a relucir la poca utilidad que se le atribuía a la oración en aquellos tiempos al preguntarse: «¿Qué sentido tiene elevar las manos al délo?».

Las corrientes filosóficas también proclamaban la ridiculez que implicaba orar a los dioses; por ejemplo, los estoicos y los epicúreos enseñaban a sus adherentes que orar era una práctica inútil y carente de sentido. Como bien lo expresó un brillante expositor bíblico, en el mundo gentil se vivía «la muerte de la oración».

En el ámbito judío las cosas eran un tanto diferentes, por lo menos en cuanto a la forma. Para los descendientes de Abraham, la oración era una práctica tan rutinaria como el comer o el beber. Siguiendo el ejemplo del piadoso Daniel, los judíos solían orar por lo menos tres veces al día (Dan. 6: 10). 

La primera oración del día comenzaba con la repetición de la Shemá de Deuteronomio 6: 4, 5: «Oye, Israel: lehová, nuestro Dios, Jehová uno es. Amarás a lehová, tu Dios, de todo tu corazón, de toda tu alma y con todas tus fuerzas».

Es innegable que esta oración constituye un excelente pasaje para dirigirnos a Dios e iniciar nuestro día en plena comunión con el cielo, pero lamentablemente los rabinos judíos se dedicaron a debatir cuál era el momento más propicio para elevar dicha plegaria y qué debía decirse antes y después de ella. Al hacer esto obviaban lo más importante del texto: su significado.

En el tratado Berajot, de La Misná, encontramos un ejemplo concreto de lo que acabo de decir: «Por la mañana se dicen dos bendiciones antes del Oye Israel y una después. Por la tarde se dicen dos bendiciones antes y otras dos después; una es larga y otra es corta. 

En el lugar donde se ha ordenado recitar la larga no está permitido recitar la corta y, a la inversa, en el lugar donde se ha ordenado recitar la corta no está permitido recitar la larga. Asimismo, en el lugar donde se ha ordenado recitar la fórmula final no está permitido no decirla y donde se ha ordenado no recitarla no está permitido decirla».

 En el mismo tratado se advierte que «si uno dice la oración y yerra, eso es un mal signo». La repetición correcta de la deprecación era tan importante, que cuando le preguntaron al Rabí fanina la razón por la que cuando él oraba por los enfermos podía decir con toda seguridad que «este vivirá» o «este morirá», él respondió: «Si mi oración es fluida en mi boca, sé que es  aceptada; si no, sé que es rechazada».

 En este sentido, la eficacia de la oración dependía más de las destrezas comunicativas del orante que de la sinceridad de su alma. En el mundo judaico la oración devino en un rito mediante el cual se propiciaba el exhibicionismo insolente de una supuesta piedad. Jesús vino a contrarrestar esa practica reduccionista de lo que significa entablar una conversación con el Rey del universo.

 Él vino a enseñamos a orar. Jesús, el hombre que sí era Dios (Juan 1: 1-3) y que abrigaba en su cuerpo toda la «plenitud de la Deidad» (Col. 2: 9), se presentó a lo largo de su ministerio como un hombre de oración. Sí, es cierto que él era uno con el Padre (Juan 10: 30; 16: 32), pero fue la oración, su permanente comunicación con el que lo había enviado, lo que hizo que esa unidad se mantuviera intacta a pesar de sus arduos enfrentamientos contra las fuerzas del mal. 

El Evangelio de Lucas presenta —como no lo hace ningún otro escrito bíblico— que Jesús es tanto nuestro modelo como nuestro maestro en lo que a la oración se refiere. El libro abre con la oración (Luc. 1: 10, 13) y concluye con los creyentes «alabando y bendiciendo a Dios» en el templo, que era la casa de oración (Luc. 24: 53). Aunque tenemos a nuestro alcance muchos episodios sobre la oración que han quedado registrados en los tres Evangelios sinópticos, Lucas presenta siete encuentros entre Jesús y la oración que son exclusivos de su Evangelio.’ Como bien lo dijo Wilhelm Ott, Lucas debe ser llamado «el evangelista de la oración».

TOMADO DE: LUCAS, EL EVANGELIO DE LA GRACIA DE J.VLADIMIR POLANCO.

El libro de Oseas (del Antiguo Testamento de la Biblia)  abunda en expresiones apasionadas y dramáticas de advertencia a Israel, de parte de Dios, de las consecuencias terribles que le sobrevendrían por dejar sus caminos. Pero, aun así, su pueblo parecía no reaccionar.
En este contexto brilla y conmueve el texto bíblico para hoy: ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim?. Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión" (Oseas 11:8).

En él se muestra el dolor de Dios por el sufrimiento que debe permitir que sobrevenga a su pueblo. No le queda otro remedio, si quiere salvarlo. Pero no es algo de lo cual él disfrute sádicamente. Por el contrario, son medidas extremas que van totalmente en contra de sus más hondos sentimientos. Él debe abandonar a su pueblo; es decir, dejarlo librado a las consecuencias de sus propias elecciones. Y entonces, se pregunta a sí mismo, le pregunta a su pueblo y nos pregunta a cada uno de nosotros, cuando estamos alejados de su amor: "¿Cómo podré abandonarte yo (pon tu nombre)?... ¿Te entregaré yo (pon tu nombre)? ¿Cómo podré yo hacerte como a esas personas que viven totalmente entregadas al mal y que sufren las terribles consecuencias de sus voluntades torcidas; que andan vagando por la calle alcoholizadas, drogadas, prostituidas, pervertidas, huyendo de la justicia por causa de sus robos, de sus crímenes, de sus maldades?"
Dios está por encima de nosotros. Somos semejantes a él porque así nos creó, pero no iguales. Él no está sujeto a nuestras debilidades y yerros, ni a nuestra fragilidad mental. Sin embargo, no es un Ser imperturbable, con un gigantesco cerebro que obra con frialdad matemática para cumplir sus planes y propósitos.
Cuando tiene que hacerlo, y sus medios son dolorosos para nosotros, su gran corazón de amor es atravesado por el dolor: se conmueve y se llena de compasión por nosotros.
Hoy, no importa en qué situación espiritual y moral te encuentres, Dios está conmovido por tus miserias y tus sufrimientos, y desea darte la oportunidad de abandonar los caminos que solo te hacen mal, te dañan y te destruyen. No huyas más de su amor.
Vuélvete a él, y escucha su voz. Entrégate en sus brazos de amor, y déjate amar y salvar por él.
Tomado de: “El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie.
No olvidemos  el texto Bíblico para reflexionar hoy: 
¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim?. Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión" (Oseas 11:8).

Recordemos siempre que nuestro Amado Dios  y Padre nos Ama tanto sin importar en que situación estemos hoy y que hace todo lo que puede para hacernos vivir en sus principios de amor y felicidad, pero sin dejar de respetar nuestra libertad de elección. Decidamos hoy y cada día vivir según sus  sabios consejos


                                                JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                  DIRECTOR DEL WEB BLOG REFLEXIONES PARA VIVIR
                                         www.facebook.com/reflexionesparavivir
Tener una mente clara y positiva nos ayuda a orientarnos en nuestros objetivos; también necesitamos un equilibrio entre nuestros pensamientos, palabras y acciones. Jesús es el ejemplo perfecto en cuanto a este foco y equilibrio. Durante su vida en la Tierra hizo muchas cosas en tres áreas de la vida, que debiéramos imitar y hacer parte de nuestra vida diaria. Cuando lo hagamos, nuestras vidas estarán encauzadas y bien equilibradas. 

Jesús estableció objetivos bien definidos para su vida. Él tenía objetivos claros, que se concentraban en la visión y la misión del Reino de Dios (Luc. 4:43; 8:1; 9:11). Él enseñó abiertamente y con objetivos bien determinados. Su propósito al enseñar era, y todavía es, inculcar en sus discípulos ideales nobles, que ayuden en la formación de la fe y de una relación cercana a él y a nuestro prójimo. 

Jesús eligió sus palabras cuidadosamente. Muchas personas en el tiempo de Jesús no sabían leer, y tenían muy poca o ninguna educación formal. Por eso, él eligió palabras que todos pudieran entender. Él habló, predicó y compartió proverbios, parábolas y otras ilustraciones relacionadas con las condiciones, el ambiente natural y los diversos tipos de trabajo que las personas experimentaban entonces (Luc. 4:43; 10:25-37).

Jesús trabajó por el bien de los demás. En su camino para predicar el evangelio, Jesús hizo muchas otras cosas por la gente: sanó a los enfermos, resucitó muertos y perdonó pecados (Luc. 6:17-19, 27-36; 7:1-17; 10:25-27). 
Todo lo que hizo fue por amor. Y todavía se preocupa y nos entiende, más profundamente de lo que podemos imaginarnos. 

Nosotros también podemos experimentar la influencia de Jesús, el Maestro enviado por Dios, en nuestras vidas. "Jesús hizo muchas otras señales milagrosas en presencia de sus discípulos, las cuales no están registradas en este libro. Pero estas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, al creer, en su nombre tengan vida" (Juan 20:30, 31).

Tomado de Lucas : Lección para Jóvenes,  Segundo Trimestre - 2015.

                                                   JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
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En el número 44, correspondiente a diciembre de 2002, de la revista Actualité des religions, editada en Francia, había un informe titulado “Europa y las religiones”, que comentaba una encuesta sobre las relaciones de la sociedad europea con la religión (L ’European Valué Survey). Esta encuesta se realizó en tres etapas: 1981, 1990 y 1999, siempre con las mismas preguntas. 

Los resultados permitían descubrir cuál había sido el desarrollo religioso de los europeos en un período de unos veinte años. Entre los resultados se apuntaba un retroceso significativo del cristianismo en la sociedad europea, la pérdida del concepto de autoridad religiosa, un aumento del ateísmo de convicción, la progresión de los jóvenes en la fe y, posiblemente la tendencia más generalizada, el incremento de los creyentes no afiliados a una religión, lo que se ha llamado “el sagrado salvaje”, una religiosidad autónoma, la crisis de la pertenencia espiritual, la moda de creer sin pertenecer a una institución religiosa.

La falta de compromiso con los imperativos de una determinada profesión religiosa; la pérdida de la identidad, diluida en un colectivo general uniforme, sin ideologías; el rechazo del concepto de iglesia como institución, con sus órganos de dirección y gobierno; la desaparición del concepto de misión en el mundo y de kerigma, el mensaje que debe proclamarse; un humanismo que hace del individuo el centro del querer, del deber y del hacer generando autonomía, independencia y subjetivismo respecto a la creencia en Dios, etcétera. Todo esto conforma un tipo de religiosidad propia del hombre de nuestro tiempo, del hombre posmoderno, en muchos aspectos secular.
Pero, como en la crisis del becerro de oro, los verdaderos creyentes debemos hoy  tomar una posición firme por Jehová, debemos saber quién es nuestro Dios, y vivir nuestra fe, nuestra esperanza y el amor cristiano sin titubeos, sin equívocos, con sentido de la responsabilidad personal, sincera y auténticamente, libre y solidariamente.
Hoy, no es el tiempo de contemporizar con un sentimiento espiritual vago, general, sin especificidad; tampoco es el tiempo de ocultar o negar nuestra profesión religiosa, sino de gritar, clamar, con convicción, quiénes somos, qué creemos y qué esperamos.
Porque hay un Dios en los cielos… comprométete hoy a servirle de todo corazón y proclamar su Palabra dondequiera que vayas.
Fuente: “Pero hay un Dios en los Cielos , Por: Carlos Puyol Buil.
No olvidemos  el texto Bíblico para reflexionar hoy: 
“Se puso a la puerta del campamento y dijo ‘Quien esté de parte de Jehová, únase a mí’ Y se unieron a él todos los hijos de Leví ” (Éxodo 32:26).

Que hoy y cada dia,  seamos del grupo de los verdaderos Cristianos, que no se avergüenzan de su fe y que con convicción cumplamos la misión de  compartir los beneficios de serlo y los riesgos y peligro de no serlo.

                                                JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                  DIRECTOR DEL WEB BLOG REFLEXIONES PARA VIVIR
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El 28 de agosto de 1963, cien años después de que el egregio presidente, Abraham Lincoln, proclamara la abolición de la esclavitud y la emancipación de los negros en los Estados Unidos de Norteamérica, el pastor bautista y líder afroamericano de la resistencia pacífica, Martin Luther King, pronunció el famoso discurso I Have a Dream [Yo tengo un sueño] en Washington, D. C., considerado uno de los más elocuentes y mejores de la historia.
Haciendo mención del discurso de Lincoln en Gettysburg proclamando la emancipación, dijo con voz trémula: “Aquello llegó como un amanecer de alegría para terminar la larga noche de cautiverio”. Pero, cien años después, era obvio que el pueblo estadounidense había fallado en sus promesas a los afroamericanos, por ello, Luther King afirmó, esta vez con vehemencia: “No, no; no estamos satisfechos y nunca estaremos satisfechos en tanto a nuestros hijos les sea arrancado su ser y robada su dignidad por carteles que rezan: ‘Solamente para blancos’. […] No, no estamos satisfechos, y no estaremos satisfechos hasta que la justicia nos caiga como una catarata y el bien como un arroyo impetuoso”, citando Amos 5:24.
El momento más emotivo del discurso fue cuando describió con acentos de nostalgia y esperanza su sueño, el de un país donde no existirán nunca más los prejuicios raciales: “Yo tengo un sueño que un día los hijos de los ex esclavos y los hijos de los ex propietarios de esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad. […] ¡Yo tengo un sueño hoy! Que un día pequeños niños negros y pequeñas niñas negras serán capaces de unir sus manos con pequeños niños blancos y niñas blancas como hermanos y hermanas”.
Y terminó el discurso con un canto exaltado a la libertad: “Y cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la libertad, cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y gentiles, protestantes y católicos, serán capaces de unir sus manos y cantar las palabras de un viejo canto religioso negro: ‘¡Por fin somos libres! ¡Por fin somos libres! Gracias a Dios todopoderoso, ¡por fin somos libres!’ ”.
¡Hermoso! ¿No te parece que el sueño de Martin Luther King y ese canto final a la libertad serán también nuestros cuando Cristo venga y termine definitivamente con la esclavitud que sufrimos en este mundo?
No permitas que este sueño no sea hoy una realidad en tu vida y en la de quienes te rodean.
Fuente: “Pero hay un Dios en los Cielos , Por: Carlos Puyol Buil.
No olvidemos  el texto Bíblico de la reflexión de hoy: “Cuando Jehová hizo volver de la cautividad a Sión, fuimos como los que sueñan. Entonces nuestra boca se llenó de risa y nuestra lengua de alabanza. Entonces decían entre las naciones: ‘¡Grandes cosas ha hecho Jehová con estos! ’ ” (Salmo 126:1,2).

Que cada día seamos parte de los que Sueñan con tener un mundo mejor, y que nos comprometamos a dar los pasos necesarios para que el Sueño de Dios se cumpla en nuestras vidas y en la de nuestro prójimo.

                                                       JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                  DIRECTOR DEL WEB BLOG REFLEXIONES PARA VIVIR
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Imagina perder tus documentos académicos cuando estás dirigiéndote a una entrevista de vital importancia. Eso puede ser desalentador; pero probablemente no es peor que perderse en una ciudad desconocida. 

Perder algo importante o perderse nos llena de incertidumbre y nos hace sentir desesperados, hasta que encontramos lo que hablamos perdido o encontramos el camino.
Sin embargo, perderse y permanecer perdidos espiritualmente garantiza incertidumbre y desesperación. 

Muchas personas se pierden en el alboroto de la vida: la falta de significado de ciertos tipos de entretenimiento, el clamor de una multitud de amigos, la novedad pasajera de la moda, el éxtasis de las drogas recreacionales y el placer de los banquetes. También, es fácil perderse en las preocupaciones por el mañana, las necesidades del hoy o las sombras del pasado. 

Todo esto y mucho más nos alejan de aquello que concierne a la eternidad. El hijo pródigo encontró el camino a casa después de mucha introspección. La oveja perdida, posiblemente, baló incesantemente al darse cuenta de que estaba en pastos extraños. Pero nuestro caso puede ser más parecido al de la moneda perdida: como no sabemos que estamos perdidos, tampoco sabemos cómo encontrar el camino de regreso, ni tenemos la voluntad de hacerlo. 

Agradecemos a Dios por Jesús, quien está dispuesto a prender una vela para que encontremos el camino hacia él. Él está dispuesto a barrer el polvo que nos entierra, y a buscarnos diligentemente en todas las esquinas oscuras, hasta que nos encuentre. 

La parábola de la moneda perdida resalta el hecho de que Jesús trabaja en nosotros para que sintamos la necesidad de encontrar nuestro verdadero hogar, y para dar esos primeros pasos hacia ese hogar. SI, Jesús es el mejor conserje que hay. Él barrerá y limpiará hasta que el polvo del pecado desaparezca, dejándonos perfectamente limpios. Él no se dará por vencido hasta que brilles.

No importa los defectos de carácter que tengas, Jesús te hará perfecto. Su linterna no necesita de baterías. Él asegura que verás una luz al final del oscuro túnel espiritual; su lámpara, la Biblia, te guiará hasta él. Estudia a la luz de esa lámpara cada día (Sal. 119:105; Juan 1:1-5). Jesús también es un buscador de antigüedades y de piedras preciosas. Eres una gema que él buscará continuamente hasta que te encuentre, o hasta que tú lo encuentres. Sin importar lo que le cueste, sin importar dónde te encuentres, Jesús te encontrará. No desesperes.
Nos guste reconocerlo o no, a igualdad de talentos, capacidades y capacitación, en general tiene mayores probabilidades de ser seleccionada para ocupar un puesto, en cualquier ámbito,la persona que presente una mejor imagen personal. Incluso, sobre todo en las áreas de trabajo femenino, como las secretarias, a veces gana el puesto la más bella y no tanto la más eficiente.
Del mismo modo, la sociedad tiende a valorar a quienes son “importantes”, en términos de posición económica, logros académicos, profesionales, artísticos, deportivos y políticos. 

Se pasa por alto a la gente común, humilde, que abnegadamente y muchas veces heroicamente cumple con su papel cotidiano como trabajadores, padres, hijos o amigos.
Pero Dios tiene otra mirada. "Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón." 1 Samuel 16:7.
Como dice nuestro texto de reflexión para hoy, él no ve las cosas como las ven los seres humanos; tiene otra perspectiva y otros valores.
Él sabe que la gente que más vale no es necesariamente la que tiene más dinero, opulencia, propiedades, joyas, ropa fina y títulos universitarios, ni la más talentosa o la más bella. Sabe que lo que importa es qué tipo de corazón tiene: si en su interior hay amor, simpatía por otros, solidaridad, rectitud, honestidad, integridad, ternura, pureza, humildad, mansedumbre. Es decir, lo que nos hace verdaderamente humanos, en el sentido pleno del término. Lo que importa es nuestro fuero íntimo, la calidad de nuestros sentimientos hacia Dios y hacia los demás.
Hoy, Dios sabe lo que hay en tu corazón. No pretende hallar perfección en él, pero sí sensibilidad, sencillez, deseos de andar en sus caminos. Sabe de tu ternura, de tu deseo de ser íntegro, honesto, puro; de tu deseo de amar a la gente y hacerle el bien, y nunca dañar a otros. Si tal es tu corazón, no te importe tu apariencia, tus títulos, tus logros o tu posición social y económica. A Dios le interesa tu corazón, que es lo único que llevarás al cielo cuando Él regrese a buscarnos.
Tomado de: “El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie.
No olvidemos  el texto Bíblico de la reflexión de hoy:

"Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón." 1 Samuel 16:7.
             

Que siempre apreciemos lo que es de verdadero valor en las personas y valoremos lo que nuestro Dios y Padre valora.
                                                       JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                  DIRECTOR DEL WEB BLOG REFLEXIONES PARA VIVIR
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