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Archive for julio 2015

En 1944 las fuerzas militares rusas invadieron Alemania. La compañía de Walter Flandera fue tomada prisionera y llevada a un campo de concentración ruso. Era pleno invierno. Ahí pasaban hambre, frío y miedo. Un día, un oficial llegó al lugar donde estaba Walter y, dividiendo el grupo en dos, dijo: “Los de la derecha seréis fusilados mañana por la mañana; y los de la izquierda, por la tarde”. Flandera estaba en el grupo de la tarde. Aquella noche, nadie pudo dormir. Se escuchaban lloros, lamentos, súplicas de perdón, oraciones, blasfemias… Flandera guardaba silencio.

Por la mañana, el pelotón de fusilamiento estaba listo. Se colocó al primer grupo en hilera y un oficial les ordenó que corrieran por la explanada helada que había delante. Tan pronto como lo hicieron, empezó a sonar el tableteo de las ametralladoras que los fueron barriendo hasta no quedar ninguno con vida.

¡Horrible! Walter Flandera sintió una terrible angustia, se acordó de su madre, de la fe que ella le había inculcado; intentó orar, recordar algunos textos, sacó del bolsillo el Nuevo Testamento y buscó desesperadamente algún consuelo. ¡Nada! “¡Señor, escúchame! No me he acordado de ti. No te he sido fiel –dijo con voz entrecortada–, pero si me libras de la muerte te entregaré mi vida”. Y, sin poder terminar, comenzó a llorar desconsoladamente.

Unas horas más tarde, el mismo pelotón de fusilamiento volvió. La misma orden… Walter corrió con todas sus fuerzas. Detrás de él, escuchaba la respiración jadeante de alguien que corría tanto como él. Las balas silbaban por todas partes. De pronto, una bala alcanzó al hombre que corría tras él y, al caer, le tiró al suelo a él también; su cuerpo quedó debajo del moribundo. 

La sangre manaba a borbotones de la yugular seccionada derramándose por los cuerpos de ambos. Walter notaba cómo aquel fluido viscoso estaba cubriendo su cuerpo. Las ametralladoras cesaron. Cuando el oficial pasó cerca de ellos para darles el tiro de gracia, les dio una patada y continuó. ¡Walter Flandera estaba vivo debajo de aquel cadáver!

 Antes de que recogieran los cuerpos sin vida, Flandera huyó sin saber ni cómo ni dónde. Luego, cumplió su promesa y, concluida la guerra, terminó sus estudios y dedicó toda su vida a la educación cristiana en el colegio adventista de Bogenhofen (Alemania).

Así redescubrió Flandera al Dios de su madre y de su niñez. Pero descubrió algo más precioso: que la sangre de Cristo derramada en la cruz nos redime.

No olvides que hoy estás vivo gracias a la sangre de Cristo.

Tomado de : Pero hay un DIOS en los cielos… Por: Carlos Puyol Buil

No olvidemos  el texto Bíblico para reflexionar hoy: 

“En él tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”. (Efesios 1: 7)

Que cada día podamos estar agradecidos porque el amor de nuestro Dios, nos mantiene con vida y el sacrificio de su hijo nos garantiza el perdón de nuestros pecados y  la vida eterna 


                                                JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
                                  DIRECTOR DEL WEB BLOG REFLEXIONES PARA VIVIR
                                         www.facebook.com/reflexionesparavivir

Muchos cristianos aman a Cristo, procuran vivir lo más de cerca posible la vida cristiana, pero no son conscientes de que sus hábitos relacionados con el cuerpo tienen una influencia directa en su salud, en su bienestar mental y aun en su vida espiritual.

En el concepto bíblico, y que gracias a Dios también está ganando mucho terreno en la medicina, la psicología y la psiquiatría actuales, el ser humano es un ser integral, holístico, un todo indivisible, una unidad bio-psico-socio-espiritual, cuyas dimensiones recién mencionadas se encuentran de tal forma interrelacionadas que es imposible que una sea afectada (por ejemplo, el cuerpo) sin que esto repercuta en las demás (lo psíquico, lo espiritual y lo social).

Por tal motivo, el cristiano verdadero, que ama a Cristo y valora el don de la vida y la salud que tan generosa y cariñosamente le es dado cada día por su Creador, Sustentador y Salvador, sabiendo estas cosas no puede ser ligero, descuidado, con respecto a sus hábitos de vida. Procurará, como dice nuestro texto de reflexión para hoy, glorificar a Dios tanto en su espíritu como en su cuerpo. Elegirá, por lo tanto, hábitos alimenticios que glorifiquen a Dios al contribuir a la salud integral y al evitar aquellos alimentos que contribuyan a la destrucción del templo del Espíritu Santo, que es su cuerpo (ver 1 Cor. 3:17). Será equilibrado y cuidadoso en cuanto al uso de las horas dedicadas al trabajo, a la recreación y al descanso, evitando excesos de todo tipo. Procurará realizar el ejercicio físico necesario que contribuya a mantener su cuerpo en la forma más saludable posible. Y, por supuesto, se abstendrá absolutamente de todo tipo de sustancias que favorezcan o produzcan en forma directa el deterioro de su organismo, como el tabaco, las drogas, el alcohol, y aun bebidas estimulantes como el café, el té, el mate cocido y las bebidas colas, de las cuales la ciencia se ha encargado de comprobar su efecto nocivo sobre el cuerpo y la mente.

Tomado de: EL TESORO ESCONDIDO. Por: Pablo M. Claverie.

                                              JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
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Cuando prueban por primera vez cualquier alimento que no sea leche, los bebés cierran un ojo y lo aprietan; otras veces, escupen la comida, se sacuden o hasta lloran si el sabor es demasiado intenso o irritante para ellos.

Esas caras y gestos se deben a las papilas gustativas. Mírate al espejo y enseña la lengua. Todos esos bultitos son papilas gustativas y están encargadas de sentir el sabor de lo que te lleves a la boca.

Un bebé tiene alrededor de 10.000 papilas gustativas repartidas en su boca, mientras que a un anciano pueden quedarle solamente 5.000 o menos. Imagínate la explosión de sabor en la boca de un bebé al probar una gotita de limón o unos granitos de sal. Tal vez eso explique por qué a los abuelitos o a tus padres les gustan comidas con sabores tan fuertes o intensos que a ti te desagradan, como las cebollas o las aceitunas, por ejemplo. Por cierto, fumar también acaba con las papilas gustativas.

Había un hombre muy rico llamado Barzilai. Tenía ochenta años y atendió al rey David durante su vista a Mahanaim; además, lo acompañó por todo el camino hasta cruzar el río Jordán. El rey, en forma de pago por su hospitalidad y buen trato, le ofreció encargarse de todo lo que necesitara si se quedaba a vivir en Jerusalén. Barzilai agradeció su oferta, pero no aceptó. Dijo que ya era viejo y casi no podía saborear lo que comía o bebía. Ya no sentía o disfrutaba los sabores como antes, debido a su edad. Barzilai le pidió a David que mejor cuidara de su siervo Quimam. El rey aceptó. Además, le dio todo lo que le pidió y lo bendijo antes de que regresara a su casa.

“Pues ya tengo ochenta años; he perdido el gusto de lo que como y lo que bebo, y ya no puedo decir si tiene buen o mal sabor” (2 Samuel 19:35).

Experimenta: ¿Conoces a alguien como Barzilai? El rey David lo trató con amor. Dios se agrada si hacemos lo mismo con aquellos que ya son de edad avanzada y han adquirido mucha sabiduría y experiencia.

 Tomado de: CIENCIA DIVERTIDA Para cada día- Por: Yaqueline Tello Ayala.

Que cada momento  podamos aprovechar adecuadamente los privilegios que Dios nos ha  concedido,en esta vida, antes que ya no puedan ser usados.
                                                       JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
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El médico me pidió amablemente que lo esperara por un minuto.

El dolor que sentía era insoportable y de momento pensé que no podría esperar esos sesenta segundos. Para no pensar en mi dolor, empecé a contar de uno en uno mientras una delgada manecilla brincaba cada segundo. Para mi sorpresa, cuando estaba a punto de contar sesenta, el médico me pidió que pasara para revisarme. ¡Agradecí que en verdad tardara solamente un minuto!

Revisa con atención algo de lo que ocurre durante un minuto en tu cuerpo.

  • Tu corazón late entre 70 y 75 veces.

  • Tu cuerpo produce 1 mililitro de orina sin que te des cuenta.

  • Tus ojos parpadean 12 veces, por tu bien.

  • Entran a tu sangre 140 millones de glóbulos rojos recién sur- 199 gidos.

  • Respiras aproximadamente 5 litros de aire y expiras 12 veces, sin que Dios te cobre el oxígeno que consumiste.

  • Tu cabello y tus uñas crecen sin que lo notes.

Dios tiene poder suficiente para regalarte cada minuto de vida.

También te ama tanto, que no se cansa de que cada minuto recibas cientos de regalos; a veces ni te das cuenta.

Un minuto sirve para apreciar alguno de esos cientos de regalos que recibimos de Dios y darle las gracias. Un minuto es suficiente para dejar que Dios entre a tu corazón y se quede a vivir ahí para siempre. Para sonreír a alguien que está cerca de ti. Para mandar un mensaje a tus padres y decirles cuánto los amas, porque no sabes si dentro de dos minutos Dios los llamará al descanso. Un minuto sirve para orar en silencio por tus amistades. ¡Un minuto es suficiente para ser feliz!

“Bendeciré al Señor a todas horas: mis labios siempre lo alabarán” (Salmo 34:1).

Tomado de: CIENCIA DIVERTIDA Para cada día- Por: Yaqueline Tello Ayala.

Que siempre le seamos agradecidos y con su sabiduría, podamos aprovechar cada minuto de vida que nos concede nuestro Dios y Padre de Amor .
                                                    
                                                       JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
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El doctor René era muy tímido. Un día lo llamaron para que fuera a revisar a la señora Gaudissant a su casa, porque se encontraba enferma. Al revisarla, se encontró con un gran problema para él: sintió vergüenza de acercar su oído al cuerpo de la respetable señora, así que sacó del maletín su cuaderno de notas y lo enrolló formando un tubo. Puso un extremo en su oído y con el otro escuchó el corazón de la señora. El doctor René-Théophile-Hyacinthe Laennec se sorprendió al descubrir que a través del tubo improvisado podía escuchar mucho mejor los sonidos internos de los enfermos, e inmediatamente diseñó un aparato de madera que tuviera el mismo uso.
Así surgió el primer estetoscopio, también llamado fonendoscopio.
El que hoy usan los médicos no se parece mucho a aquel primer invento, fue perfeccionado y todos los médicos lo usan.
Quién diría que Dios premiaría la timidez y las buenas intenciones de un hombre con una gran dosis de creatividad, para inventar un aparato que ayudaría a todos los médicos del mundo desde 1819.
Dios conoce las intenciones de tu corazón. Cuando ve que son limpias, abre tu pensamiento y te da una dosis de creatividad para solucionar lo que tengas frente a ti.
El ser humano que mantiene su corazón puro y cuida que sus intenciones no se sobrepasen, para no faltarle el respeto a alguien, tendrá una bendición que durará muchos años, como le pasó al doctor René.
Vigila tus intenciones. Que cuando Dios las saque a la luz, de nada te avergüences, sino que recibas aprobación..

“No juzguen ustedes nada antes de tiempo; esperen a que el Señor venga y saque a la luz lo que ahora está en la oscuridad y dé a conocer las intenciones del corazón. Entonces Dios dará a cada uno la alabanza que merezca ” 
(1 Corintios 4:5).

Tomado de: CIENCIA DIVERTIDA Para cada día- Por: Yaqueline Tello Ayala.

                                                    
           Que siempre recordemos el valor de las buenas intenciones y cuidemos nuestra mente y corazón y veamos los resultados maravillosos de hacerlo.

                                                    JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
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Las enseñanzas acerca de la confianza en Dios ocupan buena parte de la Biblia. Antes de concluir el Sermón del Monte, Jesús hizo mención del cuidado que Dios tiene de las aves y las flores, aplicándola a la implícita confianza que el creyente debe tener en él: «¿No hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe? No os angustiéis, pues, diciendo: “¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?”, porque los gentiles se angustian por todas estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas ellas» (Mateo 6: 30-32).

Pero la inquietud por las necesidades básicas de la vida, la incertidumbre sobre cómo satisfacerlas en periodos de escasez, el deseo de asegurarnos un futuro próspero, todo esto es absolutamente lícito y conveniente en un mundo inestable donde las crisis pueden cambiar en pocos días el estado del bienestar por condiciones de precariedad.

Entonces, ¿cómo articuló Jesús la confianza en Dios con estas lógicas y legítimas preocupaciones del creyente?
Lo que Jesús nos quiso enseñar se resume en tres principios:
1. Hemos de evitar la angustia, la inseguridad y la desconfianza nacidas de la incredulidad. Somos creyentes, tenemos nuestra vida anclada en las promesas de Dios y, aunque la situación se muestre sin salida aparente, podemos recordar lo siguiente: «Todo el cielo está interesado en nuestro bienestar. No debemos tolerar que las perplejidades y las congojas cotidianas corroan nuestra alma y ensombrezcan nuestro semblante» (El camino a Cristo, pág. 122).

2. Procuremos resolver el día a día sin que el afán por los problemas de mañana nos sobrecargue. «El fiel cumplimiento de los deberes de hoy es la mejor preparación para las pruebas de mañana. No amontonemos las eventualidades y los cuidados de mañana para añadirlos a la carga de hoy (El ministerio de curación, pág. 382).

3. Buscar de todo corazón al Señor y poner nuestras vidas en sus manos. «Los que aceptan el principio de dar al servicio y la honra a Dios el lugar supremo, verán desvanecerse las perplejidades y percibirán una clara senda delante de sus pies» (El Deseado de todas las gentes, pág. 291).
Solo por hoy decide ser feliz. Disfruta las alegrías que el cielo te da. No te angusties por el día que aún no ha llegado porque hay un Dios en los cielos…
Tomado de: “Pero hay un Dios en los cielos”, Por: Carlos Puyol Buil.

Que frente a nuestras preocupaciones no olvidemos esta hermosa promesa  de la palabra de nuestro Dios de AMOR:
 «Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que no os angustiéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propia preocupación. Basta a cada día su propio mal».
 (Mateo 6: 33-34)

                                  JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
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Fíjate en la lista de los doce apóstoles que Jesús llamó. Cuando uno analiza el relato de sus vidas, tal como lo describen los evangelios, encontramos que todos los apóstoles eran seres tan falibles, finitos y defectuosos como tú y como yo.
La mayoría de las personas tiene la imagen de que los apóstoles eran seres inmaculados, incapaces de pecar, de tener defectos de carácter, a quienes solo les faltaba una aureola suspendida mágicamente de su cabeza. Y piensan que así es un cristiano verdadero. Cuando ven que algún cristiano no cumple esa norma, lo acusan de hipócrita y proceden a descalificar su religión. Sin embargo, Jesús no vino a “llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (Mat. 9:13), pues “los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos” (vers. 12).

Ni el cristiano es un ser impecable ni la iglesia es una pulcra colección de personas ajenas a la pecaminosa naturaleza humana sino que, como bien se la ha comparado, es un “hospital para pecadores”. Los cristianos, al igual que el resto de la humanidad, están enfermos de pecado, y esto se puede advertir en sus vidas particulares y en su vida comunitaria, como iglesia. La diferencia estriba en que el cristiano, gracias a la obra esclarecedora del Espíritu Santo, ha llegado a tomar conciencia de su condición pecaminosa, de su enfermedad de pecado, ha tenido un encuentro con el Médico del alma, Jesucristo, y ahora está en “terapia” espiritual y moral, en un proceso de sanidad que dura toda la vida, hasta que Jesús regrese, y “esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad” (1 Cor. 15:53).
TOMADO DE: EL TESORO ESCONDIDO, Por: Pablo M. Claverie.


Después subió al monte, y llamó a sí a los que él quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar, y que tuviesen autoridad para sanar enfermedades y para echar fuera demonios: a Simón, a quien puso por sobrenombre Pedro; a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan hermano de Jacobo, a quienes apellidó Boanerges, esto es, Hijos del trueno; a Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el canonista, y Judas Iscariote, el que le entregó. Marcos 3:13-19


                                                          JOHN CARLOS SOTIL LUJAN
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